jueves, 3 de abril de 2014

A grandes males... ...grandes remedios.

Un servidor hizo la mili hace muchos años, y ya mayorcito.Lo que, aunque no me sirvió para librarme (que era la idea por la que lo había retrasado) si que me sirvió para ver aquel circo con otros ojos. 

Y entre las múltiples aventuras del abuelo cebolleta que puedo contar, viene a cuento una de ellas bastante curiosa. 

Era el penúltimo día del "campamento", un par de días después jurábamos bandera y a cada uno nos mandarían a nuestro destino. 
Destino del cual, salvo aquellos que tenían enchufe (esa era una de las principales utilidades de la mili, que nuestros padres debiesen favores a todos sus conocidos militares) los demás no sabíamos donde iríamos. 

Yo estaba en infantería. Ese día nos hicieron formar a todos los reclutas (unos 500) y allí estábamos en el patio, listos para recibir la charla. 

Apareció el Capitán y nos contó que aparte de los destinos normales, había destinos especiales, voluntarios. Esos destinos voluntarios tenían como característica que te pagaban un pequeño sueldo (unas diez mil pelas de aquella época cada mes por las mil cien que cobraba un recluta normal, para que nos hagamos una idea, el sueldo de un "soldado profesional" era la sexta parte del salario mínimo interprofesional de la época) y a cambio, firmabas por 18 meses. 
Te convertías, y lo dijo transmitiendo orgullo, en un soldado profesional. 

A la gente que como yo, no tenía interés en ser soldado, la verdad es que por un oído nos entraba y por otro nos salía. 
Pero entre el pelotón se levantó un leve murmullo de emoción por las palabras del Capitán. 

Nuestro oficial siguió con su discurso: dos unidades de élite habían enviado algunos representantes para intentar convencer a esos posibles candidatos. 
Las condiciones de sueldo y tiempo de firma eran las mismas, de manera que para que los fervorosos interesados pudiesen elegir, habían decidido hacer una presentación. Y allí estaban. 

Tras el, dando un paso adelante desde la sombra, aparecieron un Sargento Primero y un Cabo del GOE (Grupo de Operaciones Especiales) y por otra parte un Brigada y un Cabo Primero de la Legión. 

Primero hablaron los del GOE: había que verlos, parecían dos geypermanes. Altos, guapos, con un par de chaquetas técnicas con una pinta "pata negra" que no veas. Cada uno con un subfusil ametrallador Zeta como los que salen en las peliculas y una pistola al cinto. Por llevar, el cabo llevaba hasta "patillas" pijas, con la cabeza rapada, eso si. Me lo imaginaba yo en los mítines de Blas Piñar sin desentonar ni un poquito. 
Habló el sargento: "Los que vengáis con nosotros, recibiréis formación, aprenderéis tácticas de guerrilla, combate técnico, incursiones nocturnas, armas avanzadas" 

Yo, que desde la tribuna moral que me concedía mi edad observaba a los potenciales candidatos, veía como se les ponían los pelillos de punta. Aquello empezaba a tomar temperatura. 

A continuación dieron el paso adelante los Legionarios. La pinta no tenía nada que ver. Daba la impresión que habían llegado el día antes a Madrid y aprovechado la noche para dar una vueltecita por "el foro": Unas ojeras como antifaces, el traje, arrugado, pero eso si, apretado como la camiseta de una treintañera sudamericana y además en manga corta a pesar del frío que hacia que todos fuésemos con chaqueta de invierno, y a todo esto, la camisa abierta para que se viesen salir los pelillos casi desde el ombligo. 

De todas formas, hay que reconocer que el brigada alto, casi uno noventa, delgadito y desgarbado, con algunas ronchas o algún tipo de enfermedad en la piel, tenía algo en la mirada, una especie de furia, que le iluminaba los ojos al hablar. 
Junto a él, un metro cincuenta de cabo primero. Bajito, gordito, con una especie de pelines largos que se había dejado entre la nariz y el labio superior a tipo de mostacho de novicio, pero desde luego con cara de mala leche. 
Eran como el punto y la i. 
El pequeñajo también tenía "algo" en la mirada. Era bizco, y el ojo vago se le escapaba detrás de la borla esa que llevan los legionarios en la gorra. De cuando en cuando se daba cuenta de que el ojo estaba a su bola, y hacía una especie de mueca con un pequeño giro brusco de cuello que le devolvía el paralaje. Impresionante. 

Gritó, mas que hablar, el Brigada, su voz debía llegar al pueblo de al lado, que tío: "La Legión es un cuerpo de elite!!! Aquellos elegidos que vengáis con nosotros, os haréis hombres, tendréis amigos de verdad, sabréis dar y recibir una hostia en el momento adecuado, y además seréis novios... (Y aquí hizo una pausa que levantó un murmullo tremendo de admiración) ...de la muerte!" 
Este último detalle, a pesar del fervor que había ido aumentando con la perorata/discurso del legionario, no caló bien entre los potenciales clientes. 

Hasta ahí, iba bien encaminado, pero este ultimo punto acalló la emoción (se ve que ya éramos la primera generación de niños de videojuegos, y lo que antes servía, ahora tenía el efecto contrario...) 

No solo eso, algún espontáneo le saboteó el discurso preguntando ¿pero también nos van a dar instrucción de táctica y combate técnico? 
El brigada tartamudeó un poco y dijo con la furia del que le va la vida en ello: " Ni combate técnico, ni pollas en vinagre. Un legionario llega a todas partes obedeciendo y echando un par de huevos, para pensar ya tenemos a los superiores" 

Semejante ataque de sinceridad dejó helados a los boquiabiertos e imberbes "reclutables" . 

Se notó como si una ráfaga de aire frío hubiera destemplado a todo el mundo. Desde entonces, cada vez que todo el mundo se queda en silencio y escucho aquella expresión de " ha pasado un ángel" yo para mis adentros pienso "o un brigada de la legión"... 

Total, que nuestro Capitán tomó de nuevo las riendas y dijo: -Bien, reclutas, esto no estaba previsto, pero al parecer los Suboficiales del GOE quieren hacer una pequeña demostración. 
Mientras ellos lo preparan, aquellos que se estén planteando convertirse en soldados profesionales (a mi se me ponía la sonrisa por dentro cada vez que escuchaba el eufemismo que utilizaban para decir "fichar por un año y medio"), que se acerquen aquí y lo ven en primera fila. 

Efectivamente, siete reclutas (soy honesto, todos ellos a pertenecían al conjunto al cual yo para mis adentros en la clasificación humana que uno hace cuando tiene que sobrevivir en un ambiente hostil o, al menos agreste, había calificado a lo largo de las seis semanas de campamento como DESCEREBRADOS) dieron unos pasos adelante y se acercaron. 

Un par de minutos después, el Sargento del GOE apareció por la puerta del edificio donde nos alojábamos todos, se acercó a la pared y con gran parsimonia, mirándonos a los 500 reclutas dijo: "adelante, Cabo Primero De Lucas, demuestre lo que es el Grupo de Operaciones Especiales" 

Inmediatamente de una ventana que habían abierto en el tercer piso, apareció lanzada una cuerda, y unos instantes después, el cabo primero, salió y bajó haciendo "rappel" con una destreza y elegancia que recuerdo impactantes, por la pared del edificio. 
Una vez llegado a tierra, se tiró al suelo a toda velocidad y reptó con su fusil en las manos como una lagartija silenciosa hasta llegar a los pies de su Sargento, y en ese instante, como propulsado por un resorte que llevase dentro, se levantó, se cuadró y saludó con energía y marcialidad: "A la orden Mi Sargento!!!" 
Hasta a los "descreidos" como yo, se nos escapó un "uff, jod.r!" 
Que impresionante. Eso que sientes cuando notas algo bien hecho, aunque ni te vaya ni te venga, pero sabes que has sido testigo de algo perfecto. O casi. 

Ni contar que a los siete descerebrados diecinueveañeros se les caía la baba. Se iban arrimando poco a poco como "gacelillas desamparadas" a los dos suboficiales del GOE con la clara intención de firmar lo que les pusiesen por delante.

Yo flipaba, pensando, "que bien se lo han montado..." Pero en estas, que el Brigada Legionario, viendo que perdía su partida, se acercó a su cabo primero (el bizco) y tras cruzar con él un par de palabras en bajito, pero con una energía considerable, y obtener un gesto afirmativo y un energético taconazo y saludo militar del cabo, se acercó al Capitán y dijo 
-"Mi Capitán, con su permiso, a estos Caballeros Legionarios aquí presentes nos gustaría también poder hacer una demostración de lo que es la Legión al igual que han hecho los "compañeros" (lo recalco porque lo dijo con retintín) del GOE. 

El Capitán, con gesto de escepticismo, pero un pequeño viso de expectación en la mirada, le dijo "Adelante Brigada..." 

Al igual que antes los del GOE, los dos legionarios se metieron dentro del edificio, y al igual que ellos, estuvieron unos minutos dentro. 

Y como sus colegas, al cabo de cuatro o cinco, el Suboficial de rango superior salió, se puso al lado de la pared y, tras mirar con dramatismo al público allí reunido, gritó: -Adelante, Caballero Legionario Cabo Primero Prado (nunca se me olvidará el apellido): demuestre a los aquí presentes como hace las cosas la Legión Española. 

Y de allí arriba, se escuchó salir de dentro de la ventana la vocecilla del bizco gritando: "A la orden Mi Brigada: POR LA LEGIÓN" 
Y acto seguido, aquel loco, saltó a la torera por la ventana, con los pies por delante y sin cuerda ni nada, desde el tercer piso hasta el suelo. 

Los pocos segundos que duró aquel vuelo, se nos hicieron interminables a todos. Para mi que no sólo se hizo el silencio. Es que el mundo entero se detuvo... 
Yo dí por sentado que se mataría, pero el descerebrado aquel sabía lo que hacía, juntó piernas y brazos, y al tocar el suelo rodó hecho una bola, amortiguando el tremendo hostión que se estaba pegando. Aún así, yo estaba casi seguro de que se tenía que haber destrozado. 

Pero no, era duro como el esparto, y tras rodar por el suelo un par de vueltas, reptó hasta alcanzar el gorro con la borla hipnotica que había quedado a un par de metros y después de encasquetarselo con bastante dignidad teniendo en cuenta el cebollazo que acababa de darse, se levantó, se estiró como pudo la camisa aquella apretada y que ahora estaba llena de barro y polvo, y arrastrando claramente una pierna en la que debía tener por lo menos un buen esguince, eso si es que no la tenía rota, se dirigió marcial, casi marcando el paso hasta donde estaba el brigada y ante nuestra admiración, se cuadró enérgico ante el y gritó "susordenes Mi Brigada!!!!" 

No se oía ni una mosca. No respirábamos ni uno de los reclutas, ni los suboficiales, ni los oficiales. 
Para mi que no se movía ni la bandera, de impresionados que nos habían dejado aquel par de locos. 

Y en pleno silencio, con todo el dramatismo del mundo, el Brigada Legionario dio un par de pasos, se dirigió a los siete descerebrados aquellos de primera fila y gritó: "Y ahora, el que quiera combate técnico, al GOE, y el que tenga cojones, con nosotros a la Legión". Y los siete, repito, LOS SIETE se fueron a la Legión. Inolvidable episodio, increíble lección de psicología aplicada. No se me olvidará nunca. 



Nota importante: Todos los textos en este blog están escritos por chema carrión, y son de mi propiedad, pero no me importa (al revés, estoy encantado) que los pongas en cualquier otro sitio siempre y cuando cites al autor, que soy yo, y la dirección de este blog: www.chemacarrion.com  GRACIAS!!!

martes, 1 de abril de 2014

En la relojería

Ayer en una relojería de mi pueblo, una de esas de toda la vida, que pasó de padre a hijo y siempre te preguntan que tal estan tus padres: un caballero de unos 55 años, pinta un poco hippie, pelo largo y blanco pero limpio y bien vestido, cambiando la pila a su reloj digital.

Y pregunta el relojero: ¿te dejo la alarma puesta a alguna hora?

-eeeeh? (Caballero un poco sordo)
-que si te pongo la alarma a alguna hora
-si, si, quitale eso de que pite cada hora, que a veces me despierta por la noche.
Relojero, acercandose al mostrador para que le señor le oyese bien sin necesidad de gritar (más ) - vale, Vicente, te quito lo de que pite cada hora. Y, ¿quieres que te ponga la alarma?
- pues como tu quieras. Si quieres, ponla.
-¿pero sabes quitarla luego?
-no, pero si suena, ya le doy a los botones hasta que se apague.
Relojero: - aaaah. Vale. Pues te la dejo puesta. ¿A que hora?
Cliente: -pues no se... ...a la que tu quieras.
-hombre, Vicente, dime alguna.
-pues no se... ¿A las siete?. (Pausa de 10 segundos) O siete y pico, si es que me da igual, donde te venga bien...
Y tras pagar su cambio de pila y despedirse cariñosamente del relojero, se ha ido por la puerta.

Tan contento, con su reloj que ya no pita cada hora y que le avisará, a las siete. O las siete y pico. O cuando haya puesto el relojero. Hasta el próximo cambio de pila.

A alguien como yo, que (salvo en vacaciones, que me quito el reloj) en la vida cotidiana (sobre todo la laboral) suelo saber casi sin mirar el reloj y sin alarmas que hora es con un error de mas menos diez minutos, y que en determinados instantes del dia (en los ultimos momentos antes de cerrar puertas del avion) tengo consciencia de cada minuto, no deja de parecerme maravilloso que alguien pueda ir por la vida asi. Con reloj, pero sin importarle el tiempo. Seguro que, a cambio, tiene otros problemas, pero me ha hecho pensar mucho, ahora que, curiosamente tengo tiempo para pensar en cualquier cosa.

Para ser honestos, y arrancar una sonrisa al lector: hay una segunda posibilidad. Que la sordera del señor Vicente sea aún mayor en las frecuencias en las que suenan los pitidos de los relojes, que en las de la voz humana...jajaja.

Feliz Miercoles!!!

Hoy, Lori Meyers...

http://open.spotify.com/track/5MiEOPJwJovHASBgpIhUw2

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